VARIOS FRAGMENTOS
"Puse en mi bandeja cuanto tenía, y te lo di. ¿Qué traeré a tus pies mañana? Soy como el árbol que, huyendo el verano floreciente, mira al cielo, levantadas sus ramas desnudas de flores.
Pero ¿no hay, entre todas mis ofrendas pasadas, una sola flor que haya hecho inmarcesible la eternidad de las lágrimas?
¿Te acordarás, me darás las gracias con los ojos cuando llegue yo a ti con las manos vacías, en la despedida de mis días estivales?"
"Aunque tuviera yo el cielo con todas sus estrellas, y el mundo con sus tesoros sin fin, pediría más; pero yo me contentaría con cualquier rinconcito de la tierra, sólo por estar con ti"
"Al subir al coche, volvió la cabeza y me miró rápidamente, despidiéndose.
Ése fue su último regalo. Y ¿dónde lo tendré seguro de las horas demoledoras?
¿También se llevará el anochecer este destello angustioso, como se lleva el último aleteo de fuego del sol proniente?
¿Se lo llevará la lluvia, como se lleva el polen atesorado por las flores cuyo corazón se ha roto?
Que coja la muerte la gloria de los reyes y el dineral de los ricos. Pero ¿no podrán las lágrimas mantener fresco siempre el recuerdo de la mirada de un instante de pasión?
'Dámela, que yo la guardaré -decía mi canción-; yo no tocaré la gloria de los reyes ni el dinero de los ricos; pero estas cosas leves son mías para siempre.'"
"¡Perdón, dices! ¡Me has llenado el corazón de ira hasta ponerlo duro y quemante como el rayo! Vuelve a tu obra y a tu gloria... Pero ¿qué me dejas a mi? El recuerdo será mi cama de espinas, y la vergüenza roerá, callada, las raíces de mi vida. Viniste como un caminante; te sentaste, en las horas de sol, a la sombra de mi jardín, y, para distraerte, fuiste arrancando todas sus flores y enlazándolas en una cadena; y ahora, yéndote, rompes su hilo y dejas que las flores caigan al polvo. ¡Maldito ese gran saber que has aprendido, esa carga que, aunque otros la compartan contigo, nunca te será más ligera! ¡Que sea la sabiduría, para siempre, por falta de amor, tan estraña a tu vida como las estrellas frías lo son a la no desposada oscuridad de la virgen Noche!"
"Cuando el camino me cansa y la sed del día bochornoso; cuando las horas espectrales del crepúsculo ensombrecen mi vida, no te pido ya que me hablas, amigo mío, sino que me toques con tu mano.
Esta carga de tesoros que no te di, ¡me angustia más el corazón! ¡Saca tu mano de la noche, y déjame tenerla, y llenarla, y guardarla; déjame sentirla en el vacío cada vez más grande de mi soledad!"
Gracias por sus bellas palabras a Rabindranaz Tagore
Pero ¿no hay, entre todas mis ofrendas pasadas, una sola flor que haya hecho inmarcesible la eternidad de las lágrimas?
¿Te acordarás, me darás las gracias con los ojos cuando llegue yo a ti con las manos vacías, en la despedida de mis días estivales?"
"Aunque tuviera yo el cielo con todas sus estrellas, y el mundo con sus tesoros sin fin, pediría más; pero yo me contentaría con cualquier rinconcito de la tierra, sólo por estar con ti"
"Al subir al coche, volvió la cabeza y me miró rápidamente, despidiéndose.
Ése fue su último regalo. Y ¿dónde lo tendré seguro de las horas demoledoras?
¿También se llevará el anochecer este destello angustioso, como se lleva el último aleteo de fuego del sol proniente?
¿Se lo llevará la lluvia, como se lleva el polen atesorado por las flores cuyo corazón se ha roto?
Que coja la muerte la gloria de los reyes y el dineral de los ricos. Pero ¿no podrán las lágrimas mantener fresco siempre el recuerdo de la mirada de un instante de pasión?
'Dámela, que yo la guardaré -decía mi canción-; yo no tocaré la gloria de los reyes ni el dinero de los ricos; pero estas cosas leves son mías para siempre.'"
"¡Perdón, dices! ¡Me has llenado el corazón de ira hasta ponerlo duro y quemante como el rayo! Vuelve a tu obra y a tu gloria... Pero ¿qué me dejas a mi? El recuerdo será mi cama de espinas, y la vergüenza roerá, callada, las raíces de mi vida. Viniste como un caminante; te sentaste, en las horas de sol, a la sombra de mi jardín, y, para distraerte, fuiste arrancando todas sus flores y enlazándolas en una cadena; y ahora, yéndote, rompes su hilo y dejas que las flores caigan al polvo. ¡Maldito ese gran saber que has aprendido, esa carga que, aunque otros la compartan contigo, nunca te será más ligera! ¡Que sea la sabiduría, para siempre, por falta de amor, tan estraña a tu vida como las estrellas frías lo son a la no desposada oscuridad de la virgen Noche!"
"Cuando el camino me cansa y la sed del día bochornoso; cuando las horas espectrales del crepúsculo ensombrecen mi vida, no te pido ya que me hablas, amigo mío, sino que me toques con tu mano.
Esta carga de tesoros que no te di, ¡me angustia más el corazón! ¡Saca tu mano de la noche, y déjame tenerla, y llenarla, y guardarla; déjame sentirla en el vacío cada vez más grande de mi soledad!"
Gracias por sus bellas palabras a Rabindranaz Tagore

1 Comentarios:
At 10/12/05 8:59 p. m.,
Clic dice…
Precioso el texto. Muchas gracias por tus letras.
;)
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